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Foto del escritorFrancesc

UNA REIVINDICACIÓN

Coach de actores. Coach alimentario. Coach musical. Programa coach de TV. Hace tiempo que el coaching se ha convertido en un término popular. Me alegra comprobar que lo que en sus orígenes era considerado por algunos como una una secta o una pseudoterapia, hoy es visto como una actividad profesional normalizada y aceptada por una buena parte de la sociedad. Como ejemplo de esta normalización basta con mirar la web del Colegio de Psicólogos de Barcelona para comprobar que aquellos que, en su día, veían con recelo esta disciplina hoy lo acogen en sus foros sin titubeos.


A principios del 2000, cuando el coaching en España aún estaba en fase embrionaria, quienes nos dedicábamos a esta práctica teníamos que invertir muchos esfuerzos en explicar los beneficios y las técnicas que empleábamos. Afortunadamente, los resultados eran tan contundentes y eficaces que las voces críticas se fueron diluyendo con relativa rapidez.


Hace poco, leí una entrada de un blog (ver aquí) que me hizo pensar en los peligros que se esconden tras el éxito del coaching. Más allá de la sátira o la exageración, el autor apuntaba una serie de prácticas que, en determinados casos, se ejercen bajo el paraguas protector del término. De todas ellas, me interesa destacar una que, a mi modo de ver, ataca los fundamentos de esta disciplina. Se trata de la manía que existe en esperar consejos del coach, es decir, en confundir al coach con un asesor o un mentor.


Todos los profesores y maestros que me enseñaron sus técnicas me dejaron claro que el coach no es un consejero sino un mero facilitador que acompañaba a la persona en su proceso de aprendizaje a través de la pregunta y la indagación. Incluso en la motivación del cliente se debería utilizar la pregunta para que sea la propia persona la que verbalice sus avances. Este principio es, en mi opinión, el que confiere al coaching su poder transformador. Este enfoque es el que me motivó a enrolarme en esta aventura.


Es muy probable que la génesis de este re-enfoque hacia la asesoría resida en la propia palabra (‘coaching’ = entrenamiento). Siempre fui crítico con ella, pero nunca encontré un sinónimo en español que expresara el espíritu indagador que proponen los padres del coaching. Ahora muchas personas esperan de un coach que les indique el camino a seguir o les sugiera la conducta necesaria para alcanzar un objetivo. Pero eso, desde mi punto de vista no es coaching.


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