Hace algunos días recibí este tweet: “No hay ninguna zona del cuerpo que no pueda ser erógena, ni tampoco ninguna sensación o emoción.” Me sorprendió que la autora incorporara las emociones como vehículo para sentir deseo sexual. Y me sorprendió porque esto es algo sobre lo que he escrito bastante a raíz de mi deriva personal y, sin embargo, no suelo leer en los textos que hablan de sexualidad. ¿Podemos excitarnos con una emoción? ¿Qué ocurre con nuestra lívido si tenemos una disfunción genital? ¿Qué es y dónde se encuentra el placer?
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Conozco una persona que cuando escucha una determinada pieza de una determinada ópera sufre un proceso físico próximo al éxtasis. Con sus calores, sus bombeos sanguíneos y sus respiraciones agitadas. Tengo la teoría que hay muchas más personas que experimentan estas mismas sensaciones al escuchar música, o al mirar una obra de arte o al pasear por un determinado lugar, pero que prefieren callar su reacción por vergüenza al dedo señalador. También hay un buen número de personas que se excitan con situaciones o objetos que escandalizarían a más de uno y que la sociedad ha etiquetado con el nombre de parafilias.
El placer, en mi opinión, puede estar en cualquier zona y puede aparecer en cualquier momento y es una cuestión individual el explorar qué, cómo, cuando y con quien deseamos experimentar nuestra sexualidad. La pregunta, por tanto, no debería ser ¿Dónde está el placer? sino ¿Dónde está tu placer?
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