En el sueño
Le digo a Messi que me enseñe a tirar penaltis. Estoy toda la tarde ensayando y no hay manera. Le invito a cenar a un italiano. Coge la pizza con las manos y me invita a un trozo. Su mujer ha pedido un tiramisú, pero no se lo acaba porque tiene demasiado sabor a café.
En la casa
El sistema de filtrado de agua deja de funcionar exactamente cada 31 de enero, así el fabricante se garantiza el mantenimiento anual. No es obsolescencia programada, es capitalismo salvaje.
En la escalera
Hay una vecina que siempre baja por el ascensor con el pitillo encendido. Todos sabemos quien es, pero ella lo niega en cada reunión comunitaria. Eso sí, es la primera en sacar mierdas de los otros cuando incumplen las normas de convivencia.
En el pensamiento
Tengo un tuit muy bueno en la punta de la lengua que no me sale ni a tiros. Cada vez me cuesta más recordar nombres de personajes, calles, restaurantes o conocidos. Blanco y en botella, viejuno.
En el supermercado
La cola para pagar es bastante larga. La chica que tengo delante deja la cesta un momento en su tanda y se va a buscar unos yogures. Regresa sin decir ni mú. Al cabo del rato hace lo mismo, pero esta vez tarda más en volver. La cola avanza y me quedo un par de segundos con la duda de si debo arrastrar el carro con mis pies o me he de "colar". Elijo lo segundo y dejo atrás su cesto. El resto me siguen. La chica regresa a la cola y trata de recuperar su posición, pero el de seguridad, que había estado al tanto de todo, se lo impide.
En el trabajo
El cliente me acompaña a través de un pasillo hasta la sala donde haremos la reunión. En el trayecto, veo diferentes oficinas, la mayoría con la puerta cerrada, salvo una que la tiene entreabierta. Al pasar por delante oigo carcajadas y observo unos zapatos apoyados sobre la mesa. No sé, Rick, por muy jefe que seas o por mucha antigüedad que acumules quizá no es necesario este alarde de sudapollismo. Cierras la puerta como hacen tus colegas y luego, si quieres, te la pelas a dos manos.
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