Cuando leo algunos textos de los colectivos LGTBI o de las personas con diversidad funcional (y anteriormente de otros colectivos), me encuentro con un lenguaje que me produce cierta antipatía. Me refiero al uso de palabras como “luchar”, “defender”, “batallar”, “enemigo”, “conquista” o, incluso, “guerra”. A veces, me veo hablando de nuestro proyecto Tandem Team y caigo en la tentación de utilizar esos términos, como si se hubieran instalado en nuestro insconsciente colectivo.
Por una parte, entiendo que determinados grupos o colectivos se posicionen en el combate a la hora de acceder a sus derechos. Históricamente, la lucha y el conflicto han sido los únicos aliados disponibles para conseguir determinados espacios de libertad e igualdad. Sin embargo, por otra parte, veo que los tiempos han cambiado o, como mínimo, están empezando a cambiar. También siento que no hay una única manera de conseguir los objetivos. Que la visibilidad de las minorías desfavorecidas y sus reivindicaciones se puede hacer desde el amor, desde la comprensión y el diálogo sereno.
Estoy convencido que las palabras no son inocentes y que el lenguaje genera realidades y estados emocionales. Por eso, en Tandem Team elegimos ese lugar más sereno y pacífico para exponer nuestras ideas y promover nuestras acciones.
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