Leo en Twitter: ‘Un buen terapeuta sexual es el que abre la puerta a que la persona descubra sus gustos y preferencias en el terreno de la sexualidad.’ La autora defiende esta postura en contra de la manía que tienen algunos expertos (y programas de TV) en recomendar cuáles son las mejores prácticas que tenemos que adquirir para gozar del sexo en su plenitud. ¿Quién no ha escuchado algún consejo sobre cómo tenemos que poner los labios para besar? ¿O sobre cómo hay que ejecutar el sexo oral para ‘volver loco’ a nuestro/a amante? ¿Y qué decir del tipo de sexualidad que proponen los productores de películas o webs pornográficas?
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Como tetrapléjico, he tenido que descubrir una nueva sexualidad. Ni mi experiencia pasada, ni la mayoría de libros o películas que trataban este tema me servían para adaptar mi nueva condición física a los estándares del momento. Por eso me identifico tanto con la frase inicial, porque si hubiera hecho lo que me proponía el ‘sistema’ ahora sería un casto empedernido y, lo peor, un hombre frustrado. Y no sólo por eso, sino porque creo que la actitud que perfuma esa opinión es la que debería predominar en nuestra sociedad. Es decir, la de promover la heterogeneidad, el desapego a la verdad, la emoción y la experiencia en contraposición a la homogeneidad, el apego a la verdad, la racionalidad y la ciencia.
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