Vaya por delante mi reconocimiento al director y productor de la película por su atrevimiento a la hora de tratar una cuestión tan incómoda como es el de la sexualidad en la discapacidad. También me quito el sombrero ante Helen Hunt por arriesgarse a interpretar un papel (por cierto, magistralmente) tan alejado de su registro y con tanta exposición corporal. Y, por supuesto, no puedo dejar de admirar a John Hawkes por haber plasmado con fidelidad el sinfín de dudas y sentimientos que transcurren por la mente de una persona que vive entre las aguas de un cuerpo inmóvil y sensible y una mente aventurera.
Dicho esto, como hombre tetrapléjico con inquietudes sexuales, me gustaría compartir algunas opiniones que ocupan mis pensamientos desde que salí del cine. (Cuidado que vienen spoilers). La primera alude a la naturaleza de la discapacidad de Mark O’Brien. La parálisis del protagonista no tiene nada que ver con un traumatismo craneal, o con una lesión medular, o con una esclerosis múltiple. Mark no puede mover su cuerpo, pero sí puede sentirlo. Hay personas, como los lesionados medulares incompletos, que pueden mover el cuerpo, pero no pueden sentirlo. Y hay otras, como es mi caso, que no tenemos ni la capacidad motriz ni la sensora, lo que establece unos límites muy diferentes a los de Mark para construir la sexualidad.
Sobre el rol de la asistente sexual, me gustaría felicitar al director por llevar a Cheryl a consumar la penetración con Mark. No es habitual encontrar a un asistente sexual que acceda al contacto íntimo. Generalmente, las personas (hombres y mujeres) que se dedican a este tipo de servicios ponen el límite en ‘el intercambio de fluidos’, es decir, no permiten ni que les toquen, ni que les besen, ni que les penetren. Cuando digo que no es habitual, hablo de países como Holanda, Alemania, Bélgica o Francia que reconocen el derecho a la intimidad y la sexualidad como algo fundamental y que tienen programas públicos para facilitar el acceso de los discapacitados al sexo. En España, el tema está muy verde. Hay algunas masajistas tántricas que se avienen a hacer masajes con el cuerpo desnudo, pero que, de nuevo, no acceden a intercambiar fluidos. Me consta que la psicóloga Silvina Perano a través de su grupo de trabajo, está dando los primeros pasos para crear los cimientos de la asistencia sexual en Barcelona.
En relación a la terapia sexual en sí, me parece que la película aborda el tema con seriedad y naturalidad. De la mano de Cheryl, Mark aprende a tomar conciencia de su cuerpo y del de su amante y experimenta por primera vez la masturbación, el sexo oral y la penetración. La única cuestión que me chirría bastante es la del orgasmo simultáneo. Sólo la puedo entender desde el propósito del director por mantenerse fiel a la biografía de Mark O’Brien. Si no es el caso, me parece una licencia esteriotipada que se aparta del mensaje principal que,a mi entender, propone el film. Lo mismo digo del flechazo que tienen entre los dos.
En resumen, chapeau al director por llevar al cine la vida sexual de este poeta y activista estadounidense. Ahora bien, que quede claro que lo que muestra la película es sólo un tipo de expresión sexual. La sexualidad de los discapacitados que no movemos ni sentimos el cuerpo no está en los genitales ni ocurre en un plis-plás, sino que transcurre a lo largo de un delicado diálogo corporal y emocional entre dos energías que buscan vibrar en la misma frecuencia para encontrar el placer en lugares tan inverosímiles como un silencio, una mirada o una caricia infinita entre las yemas de sus dedos.
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